Whiskey de Estados Unidos

El whiskey estadounidense exhibe una rica diversidad, influenciada por las distintas regiones y tradiciones de producción a lo largo del país. A diferencia del Scotch, no existe una única región dominante, sino varios centros de producción clave, cada uno con sus propias regulaciones y estilos distintivos. Kentucky y Tennessee son históricamente significativos por el bourbon y el Tennessee whiskey, respectivamente, ambos con un mosto que contiene al menos un 51% de maíz y un envejecimiento en barricas nuevas de roble americano carbonizado.

Más allá de estos estilos emblemáticos, se produce rye whiskey (con al menos 51% de centeno), wheat whiskey y malt whiskey, cada uno con sus propias características y normativas de producción. La geografía, desde los climas cálidos y húmedos del sur hasta las variaciones estacionales de otras regiones, impacta en el proceso de maduración y en el perfil de sabor final.

El whiskey americano se distingue por su versatilidad, ofreciendo desde bourbons dulces con notas de vainilla y caramelo hasta ryes especiados y whiskies de malta complejos. La innovación y la experimentación con diferentes tipos de grano, barricas y procesos de acabado son también señas de identidad de la industria estadounidense, creando una categoría dinámica y en constante evolución.

 

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Whiskey Tennessee. También usan barriles nuevos de roble. Una diferencia importante con respecto a los otros whiskeys americanos es que se elabora mediante un proceso muy singular llamado Lincoln County Process, que consiste en filtrar el whisky con azufre de madera de arce. El coste de este proceso les supone alrededor de un millón de dólares al año.

Whiskey Bourbon. El más conocido. Mayoritariamente hechos de maíz, trigo, centeno y cebada también pueden estar presentes. Los sabores se acentúan debido al uso obligado de barriles nuevos quemados en su interior. Un buen ejemplo puede ser, uno de mis favoritos, Blanton’s Straight from the Barrel. No está diluido con agua antes de ser embotellado.